La obesidad es una enfermedad crónica que va más allá de la apariencia física, afecta profundamente la salud y el bienestar de millones de personas.
Decidí hablar de este tema ya que la educación sobre la obesidad como enfermedad es clave para entender su impacto en la salud y la necesidad de intervenciones nutricionales y psicológicas para su manejo efectivo.
Quiero iniciar explicando los factores que provocan la obesidad, ya que esta es una enfermedad multifactorial, es decir, resulta de la interacción entre factores genéticos, ambientales, metabólicos y de comportamiento.
La causa principal de la obesidad es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético. Es decir, consumir gran cantidad de calorías y gastar pocas. El estilo de vida sedentario contribuye en este desequilibrio, pues reduce el gasto energético diario.
Además, la genética está involucrada, las personas con antecedentes familiares de obesidad tienen una mayor predisposición a desarrollar la enfermedad. Sin embargo, los factores ambientales (como la cantidad de ingesta de calorías y el sedentarismo) son los que generalmente activan esta predisposición. Por ello, el entorno en el que vivimos influye de manera decisiva en el desarrollo de la obesidad.
Hay que tomar en cuenta que el estrés, la ansiedad, la depresión y otros trastornos emocionales pueden llevar a algunas personas a comer en exceso como mecanismo de afrontamiento, un comportamiento conocido como “alimentación emocional”.
Otro factor es la falta de sueño, pues cuando el sueño es insuficiente altera las hormonas reguladoras del apetito, aumentando los niveles de grelina (hormona que estimula el apetito) y reduciendo los niveles de leptina (hormona que induce la saciedad), lo que conduce a una mayor ingesta de alimentos y aumento de peso.
Otras desregularizaciones hormonales, uso de medicamentos y comorbilidades, impactan también en el desarrollo de la obesidad.
Ahora bien, ¿qué caracteriza a la obesidad y por qué la obesidad se considera una enfermedad? La obesidad implica una acumulación excesiva de grasa corporal que afecta el funcionamiento normal del cuerpo.
La grasa corporal en exceso, especialmente la grasa visceral (la que se encuentra alrededor de los órganos), suele causar una inflamación crónica. Esto significa que, las células grasas, liberan sustancias químicas inflamatorias llamadas citocinas. Estas citocinas inflamatorias envían señales al sistema inmunológico, activando una respuesta de inflamación constante en el cuerpo, que con el tiempo daña los tejidos y órganos.
Es por eso que la obesidad no solo se trata de una cuestión de peso, sino de cómo ese exceso de grasa afecta el cuerpo a nivel celular. Por ejemplo, la inflamación interfiere con la capacidad del cuerpo para usar la insulina correctamente, lo que puede llevar a resistencia a la insulina y, eventualmente, a diabetes tipo 2. También, las células inflamatorias pueden dañar las paredes de las
arterias, aumentando el riesgo de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares. La inflamación sistémica además está asociada con un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas, cáncer, enfermedades hepáticas, apnea del sueño, trastornos reproductivos, entre otras.
Como puedes notar la obesidad es un tema que debe ser tratado con seriedad por la desregulación metabólica que provoca, es muy importante que esta enfermedad sea tratada con un equipo interdisciplinario.
En InMa Care hemos creado un tratamiento en que se involucra la nutrición y la psicología.
Recordemos que las personas con obesidad suelen presentar patrones alimentarios inadecuados que pueden estar influenciados por factores emocionales y de comportamiento, ahí entran los psicoanalistas de nuestro equipo. Mientras los profesionales de la nutrición brindan la orientación necesaria para modificar la dieta, tomar una adecuada suplementación y mejorar los hábitos alimenticios.
En palabras sencillas, los nutriólogos diseñan un plan de alimentación personalizado basado en los requerimientos energéticos, preferencias alimentarias y condiciones médicas y los psicólogos adaptan las intervenciones a los estados emocionales y cognitivos específicos del paciente, lo que resulta en un enfoque integral, de mente y cuerpo.
Además, el tratamiento InMa Care educa al paciente sobre la importancia de centrarse en la pérdida de grasa en lugar de solo en el peso. El nutriólogo monitorea la masa muscular y la pérdida de grasa, mientras que el psicoanalista ayuda a manejar las expectativas del paciente.
En presencia de comorbilidades nuestro tratamiento es perfecto, pues los nutriólogos crean un plan alimenticio y de suplementación adecuado para controlar estas condiciones, mientras que los psicólogos ayudan a manejar el estrés y la ansiedad relacionados con estas las enfermedades crónicas, lo que mejora la adherencia a los tratamientos médicos y nutricionales.
He comprobado en nuestros pacientes que la intervención psicológica ayuda a los pacientes a identificar y reemplazar patrones de pensamiento y comportamiento que llevan a la sobrealimentación. Y por si fuera poco, trabaja en mejorar la imagen corporal y la autoestima del paciente, lo que a su vez puede aumentar su compromiso con el tratamiento nutricional.
Por último, una de las principales fortalezas de esta alianza entre nutrición y psicología es que nos ayuda a mantener los cambios de estilo de vida a largo plazo. Las intervenciones desde una sola especialidad suelen ser efectivas en el corto plazo, pero muchas personas recuperan el peso perdido con el tiempo. La combinación de nutrición y psicología permite trabajar en la creación de hábitos sostenibles y en la modificación de comportamientos.
La obesidad es una enfermedad, pero con el tratamiento adecuado, que incluya un enfoque integral de mente y cuerpo, es posible alcanzar una mejor calidad de vida. En InMa Care, nos dedicamos a lograr un cambio real y sostenible.
Mtra. Ingrid Y Bracamontes S.
Especialista en Nutrición.